Cada vez que nos van notificando un cambio de fase y vamos adquiriendo más libertad de movimiento, son muchas las personas que están experimentando miedo y ansiedad ante la idea de terminar su confinamiento y enfrentarse a una nueva vida con mascarillas, distanciamiento social y nuevas normas de seguridad y de vida. Esto les lleva a quedarse en casa, lugar en el que se sienten seguros.
Lo primero a señalar es que no estamos hablando de un trastorno propiamente dicho, por el contrario, es normal que después de periodos de aislamiento, nuestro cerebro se acostumbre a la seguridad que nos da nuestra casa. Si a esto le añadimos que el COVID-19 aún está con nosotros y el riesgo de contagio no es una mera imaginación, sino una probabilidad, es comprensible que nos sintamos inseguros y con miedo a salir de nuestra zona de confort. No es una resistencia al cambio, más bien una ansiedad hacia el mundo exterior.
Esta situación emocional en Psicología se conoce como Síndrome de la Cabaña y describe una situación emocional normal en un contexto de confinamiento.
El miedo a salir a la calle, el tener que volver a nuestros compromisos anteriores a la pandemia, la ansiedad, la angustia, en definitiva este fenómeno psicológico del que estamos hablando, no es nuevo.
El Síndrome de Hut se describe a principios del siglo XIX coincidiendo con la época de la fiebre del oro en los Estados Unidos. Los buscadores de oro se vieron obligados a pasar meses enteros en chozas. El aislamiento les hizo no querer regresar a la civilización y manifestar estrés, ansiedad y cierta desconfianza hacia los demás.
Otro ejemplo pueden ser los fareros, que antes de la automatización, vivían largas temporadas confinados.
Los psicólogos hemos desempolvado dicho síndrome para explicar la realidad que muchas personas están experimentado en estos momentos.
Según la psicóloga Simona Mreule, todos podemos padecer este síndrome, sin embargo los más propensos serán los que enfermaron o vivieron muy de cerca la pandemia, los padres que suman su preocupación personal con la de la salud de los suyos y finalmente aquellos que antes del confinamiento padecían algún tipo de trastorno psicológico.
Y ¿cómo reconocer este síndrome? Pues voy a daros algunos síntomas:
Aletargamiento, cansancio,largas siestas y dificultades para levantarse por las mañanas.
Dificultades de concentración y mala memoria.
Desmotivación.
Inicio de hábitos poco saludables, por ejemplo con respecto a la comida.
Emocionalmente tristes, frustrados, con angustia y miedo.
Y la características más obvia, el miedo a salir.
Hay algunas estrategias simples, según S. Mreule, que se deben implementar para controlar y superar esta condición emocional:
Escuchando: Debe entenderse que estas sensaciones surgen después de un largo período de aislamiento, que era una condición completamente nueva para cualquiera. Nadie antes había experimentado tal situación. Por lo tanto, es completamente normal que alguno tarde un poco más que otro en "recuperarse" y volver a la normalidad.
Busca apoyo en el otro: Confiar en alguien que entiende lo que sientes, sin juzgar, es un buen punto de partida para romper tu malestar interior.
Cuídate: Si el bloqueo ha eliminado los hábitos, los vicios y los pequeños rituales de placer, ahora tienes la oportunidad de cuidarte. Necesitamos satisfacer las necesidades personales en la vida cotidiana.
Establece metas: Es necesario establecer metas a corto y medio plazo para marcar los días, sin tener tiempo para preocupaciones, pensamientos negativos, ansiedades. En este sentido, debemos intentar establecer una rutina diaria que pueda ayudarnos a volver gradualmente a la normalidad.
En la Universidad de Beijing han desarrollado una escala para evaluar la incidencia del Síndrome de la Cabaña, ya que está más presente en la población de lo que pensamos.
Es importante comprender y respetar la actitud de aquellos que están sufriendo dicha sintomatología.
Podemos añadir alguna otra estrategia:
Date tiempo, las sensaciones que sientes son comprensibles.
No alimentes el miedo y la ansiedad pensando que has perdido el control.
Procede en pequeños pasos. Hoy bajo al portal por el correo, mañana salgo a tirar la basura, otro día doy la vuelta a la manzana... Y así progresivamente hasta que estés listo para mayores retos.
Hábitos y metas. Establece una rutina y síguela, para el trabajo, limpieza, comida, ejercicio.
Busca apoyo profesional si sientes la necesidad, si tu ansiedad te bloquea y no te ves capaz de asumirlo solo.
Esta es una situación sin precedentes y este es uno de los múltiples desafíos psicológicos a los que tendremos que hacer frente.
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