A continuación comparto la experiencia de una persona que conozco muy bien, seguro que más de una persona se identifica con ella:
Tengo TDAH. Tras decirme el personal sanitario y el psicólogo que mi comportamiento, mis actos y mis "no actos" se deben a un trastorno del neurodesarrollo que ha pasado "desapercibido" hasta ese momento, enmascarado por etiquetas referentes a mi carácter y a mi disposición a hacer tareas e incluso a mi inteligencia, no puedo sentirme mejor.
Y así pasaron los años y la vida pensando que soy un desastre, desorganizada, despistada, dependiente de la agenda y de quien tenga al lado para que me recuerde algo que tenía que hacer, una llamada importante, una cita... Además de los estallidos de ira y los secuestros emocionales, por lo que me han llamado loca, viviendo algunas situaciones más intensamente de lo que debería. Soñadora, todo el día en las nubes. Concentrada en aquello que me llama la atención, pero incapaz de seguir una conversación con mi mejor amiga sobre un tema que le preocupa. Entusiasmada con nuevos emprendimientos pero eso sí, tienen que ser proyectos de corta duración, porque si se dilatan en el tiempo pierden atractivo y... abandono. Siempre con mil cosas entre manos pero no acabo ninguna, es que no tengo tiempo, hago mil cosas a la vez. "Bastante hago", pienso. Desordenada, vaga, dejada. ¡Cuánto hablas! Siéntate de una vez. Con lo lista que eres para unas cosas, eres muy tonta para otras. Y eso es lo que se me ocurre ahora, al salir de la consulta. Y me emociono. Lloro porque todo tiene una explicación.
Mi cerebro se ha desarrollado, ha madurado de una manera diferente a la de la mayoría de personas, los "normotípicos". Tengo un déficit en las funciones ejecutivas (planificación, organización de conducta, previsión de consecuencias, autocontrol...). La gente cree que el TDAH significa ser hiperactivo, travieso (o gamberro, según edad) y mal estudiante. Los síntomas nucleares del TDAH, efectivamente, son la inatención, la hiperactividad y la impulsividad. Pero no tienen por qué darse las tres obligatoriamente. Y existen otras "pistas" que los profesionales tienen muy presentes a la hora de detectar un TDAH adulto, pero no ocurre lo mismo con el resto de personas...
Yo no soy hiperactiva como lo entiende la gente, y no tuve problemas en el colegio. Mi hiperactividad es cognitiva, no puedo dejar de pensar, me encanta estudiar. Si no tengo la mente ocupada, entonces me tengo que mover, eso sí, pensando sin parar. A veces me cuesta dormir porque no paro de pensar, a veces, sin embargo, no me doy cuenta de lo cansada que estoy hasta que me siento. La sensación es como de tener un motor que me impulsa a moverme y a hacer cosas, aunque sea algo pequeño, y al parar, automáticamente, "me apago" de agotamiento, pero no me doy cuenta del cansancio si tengo algo por hacer.
Por lo demás, cometo errores por descuido, por hacer las cosas demasiado rápido o demasiadas cosas a la vez. A veces voy muy lenta para, precisamente, no cometer esos errores, y aún así, siempre se me escapa algo. Necesito tener las cosas donde las dejé. A veces no me doy cuenta de que las han movido dentro del mismo armario, o están a la vista, pero al ver que no está donde lo dejé, me atrapa el "mal genio" y no veo más. Me cuesta mantener la atención en tareas monótonas y me canso enseguida de las cosas, a no ser que sean de mi interés.
Siguiendo con lo del "mal genio", es lo que más vergüenza me da. He llegado a montar verdaderos circos donde me ha pillado: en casa, en la calle, en el metro, incapaz de controlar mi ira. Lo mismo con otras emociones. Reirme a carcajadas en la biblioteca. Llorar en público. El autocontrol es algo que... mirando atrás, no he tenido nunca cuando la intensidad de la emoción me superaba, en ocasiones muy desmesurada para el evento que tenía lugar.
Me resulta difícil concentrarme en una conversación, en especial si es en grupo, demasiada información a la vez... A veces no sé decir de qué iba o me entero a medias. No puedo evitar cambiar el tema de la conversación, mi cerebro a veces no para de procesar información y me viene a la cabeza mil cosas (no lo puedo evitar, no lo hago aposta), ni puedo evitar escuchar otras conversaciones de alrededor. Cuando es un tema que me gusta o con el que me encuentro a gusto, no puedo parar de hablar. Doy una respuesta antes que terminen de hablar y termino las frases de otros. Esto no siempre, es algo que no me gusta que me hagan, y he procurado controlarme en ese sentido. Me ha hecho sentir especialmente mal este aspecto. Pensaba que tenía un problema a nivel social, que era mala amiga, que me daba igual la gente.
A la hora de realizar tareas, siempre me he hecho listas y tablas de todo. Pero como no las tuviese a mano, no las seguía. Siempre he confiado en mi memoria, que a largo plazo es muy buena, pero la memoria operativa es un saco roto. Pienso una cadena de acciones y si me hablan o me interrumpen, se me va todo de la cabeza, y tengo que volver al principio y mirar a mi alrededor para recordar qué estaba haciendo. A menudo hago varias cosas a la vez, lo que se traduce en no terminar nada, porque interrumpo una actividad para hacer otra, y "desaparece". Además, cuanto más tiempo tengo para hacer algo, peor. Lo dejo siempre todo para el último día. Me gusta hacer las cosas de una vez. Interrumpir y retomar, no. Tengo todo tan ordenado, para no perder nada, que lo pierdo en mi propia casa, y tengo que sacar todo de un armario para buscar un documento, por ejemplo. Es decir, la planificación y la organización están muy tocadas. La memoria operativa, también. La demora de la gratificación también brilla por su ausencia. El paso del tiempo es imperceptible. No existe. Para mi cinco minutos se dilatan a horas, como dije, si algo me gusta, pero no me refiero a eso; no soy consciente del paso del tiempo.
Ahora tengo que empezar el tratamiento que me paute el equipo multidisciplinar: farmacológico, conductual y psicológico. Potenciar aquellas estrategias que desarrollé de forma natural y aprender otras nuevas. Espero que llegue a mucha gente mi experiencia y así puedan reconocer algunos comportamientos de alguien a quien conocen y hacerle saber que no es un desastre, ni es tonto ni está loco ni es un vago, entre otras lindezas que nos atribuyen. Más bien, por favor, haganles saber que tienen talentos, que consiguen éxitos, que tienen su apoyo y que pueden contar con ustedes para seguir adelante con sus proyectos.
Hasta aquí el relato de esta chica. Ayuden a difundirlo para que se conozca, para que se sepa que el TDAH perdura en la edad adulta, para que se sepa que no es sólo hiperactividad y fracaso escolar. Que sufren y tienen problemas de autoestima. No voy a añadir más porque el testimonio es muy claro.
Comments