“Creo que Rosa no me ha saludado porque he hecho algo que la ha molestado”. “He suspendido el examen porque el profesor me tiene manía. No aprobaré nunca”. “Todo me sale mal porque soy un desastre”. “Sin un buen físico no se llega a ninguna parte, es normal que no me hayan cogido”.
Estos son pensamientos típicos que se suelen tener en determinadas situaciones. Son atribuciones causales.
“La atribución ayuda a dar sentido, manejar y predecir el medio que nos rodea”.
La atribución se puede definir como la explicación sobre las causas de la conducta de los demás y de uno mismo, así como de eventos. Ayuda a dar sentido, manejar y predecir el medio que nos rodea, tal como muestran los ejemplos anteriores. El proceso resumido es el siguiente: percepción de lo que ocurre en una situación, procesamiento e interpretación de la información disponible y conclusión (atribución).
El origen de la atribución está en la información social y además está influida por nuestras interacciones, es decir, la base de las explicaciones que elaboramos se encuentra en la información disponible que proviene de la situación y de la interacción con otras personas.
"La base de las explicaciones que elaboramos se encuentra en la información de la situación y de la interacción con otras personas".
Son espontáneas y se buscan causas sobre características personales, acontecimientos físicos o acciones, ¿pero en qué momentos? Las atribuciones se relacionan con lo imprevisto, cuando ocurre un suceso que no esperamos, que va en contra de nuestras expectativas y esquemas previos, buscamos razones, y cuando generamos la atribución, se pueda confirmar o no, es más fácil seguir adelante. No es percibida directamente, sino inferida por el que realiza el análisis causal. Las situaciones en las que se suelen dar son:
Los acontecimientos inesperados o que desvían el curso normal de la acción (un amigo que nos falla o empeorar la salud aun estando en tratamiento). Si encontramos una explicación que permita mantener nuestros esquemas previos, no hay más que reflexionar. Si la explicación no encaja en esquemas previos, se revisan las teorías y se busca una explicación alternativa.
Objetivos no logrados, como perder un partido o suspender la selectividad.
Fallos o fracasos en comparación con éxitos o logros. Por ejemplo, cuando no seguimos la dieta equilibrada, hacemos más atribuciones que cuando las cumplimos. Por otro lado, si un acierto o logro se percibe como un fracaso, por ejemplo, aprobar un examen con un 6 en vez de con un 9 o 10, se desarrolla una actividad atributiva porque el resultado va contra la expectativa o es inesperado.
Acontecimientos negativos como catástrofes.
Percepción de falta de control. Las explicaciones dan significado a lo que ocurre y se recupera la percepción de control.
Estado de ánimo y sentimientos en general. Los sentimientos se relacionan con las consecuencias del proceso atributivo pero pueden activar la búsqueda de explicaciones a priori. La tristeza puede dar lugar a atribuciones negativas; el mal humor aumenta y complica el análisis causal. La búsqueda de explicación del sentimiento (racionalizar la experiencia de una emoción) disminuye la intensidad de una emoción sobre todo si es negativa.
Podemos analizar tres dimensiones (en la imagen, más abajo). Imaginemos un estudiante que acaba de terminar una carrera universitaria al que le gustaría cursar un máster que es necesario para ejercer su profesión, en una prestigiosa universidad. Para acceder a dicha formación hay mucha competencia, por lo que hay que tener una nota media alta en el expediente, y formación complementaria para obtener una buena puntuación en el listado final. Este estudiante cree que su nota media es buena y además se ha hecho un par de cursos. Sin embargo, al consultar el baremo ve que también dan puntos por experiencia previa y por voluntariado. Cuando publican el listado final comprueba que no ha sido seleccionado, y además, para su sorpresa, ha quedado muy por debajo de la nota más baja.
Interno-externo: “no me esforcé lo suficiente en la formación” (interna) y “ ofertan muy pocas plazas y los criterios de admisión son muy duros.” (externa).
Controlable-incontrolable: “no me esforcé lo suficiente en la formación” (controlable) y “ ofertan muy pocas plazas y los criterios de admisión son muy duros.” (no controlable).
Global-específico: “no me esforcé lo suficiente en la formación” (específico) y “ ofertan muy pocas plazas y los criterios de admisión son muy duros.” (global).
Es importante analizar de forma objetiva las situaciones en las que atribuimos una causa ya que influyen en nuestra autoestima, motivación, emoción, pensamiento, conducta y relaciones sociales: si los éxitos se atribuyen a causas externas y los fracasos a causas internas, en ambos casos incontrolables y globales, disminuyen la autoestima y la motivación al percibir que no se puede hacer nada para cambiar la situación, ya que es incontrolable y estable en el tiempo. Además genera pensamientos negativos y emociones desagradables, que pueden llegar a impedir que se afronten determinadas situaciones y/o buscar soluciones a determinados problemas, perpetuando a largo plazo el malestar. Por ejemplo, tu jefe te dice que quiere reunirse mañana contigo. No sabes el motivo, pero en tus esquemas se da la situación "llamada del jefe-bronca/despido", y comienzas a desarrollar una serie de pensamientos (preocupaciones) que te hacen sentir ansiedad, puedes ponerte borde con tus compañeros y repasar mentalmente una y otra vez tus últimos movimientos y tareas para detectar un posible fallo que explique por qué te quiere ver tu jefe.
¿POR QUÉ HACEMOS ATRIBUCIONES?
Las funciones de las atribuciones se solapan con las motivaciones sociales de control, pertenencia y potenciación personal:
Función de control: las atribuciones sirven para percibir que manejamos el ambiente. La percepción de control tiene consecuencias positivas y la pérdida de control, efectos negativos. Por tanto, hacer una atribución (correcta o no) facilita la predicción de hechos similares.
Función de autoestima: el proceso del análisis racional de la información puede sesgarse para mantener la autoestima.
Función de autopresentación: mediante la explicación intentamos controlar las atribuciones de las otras personas sobre nosotros y nuestro comportamiento. Al manipular la información que reciben los otros, controlamos su percepción.
Nada fácil esto de las atribuciones, las expectativas y los esquemas cognitivos, ¿verdad? Os esperamos en Psige para daros más información sobre el tema e incluso para trabajar un estilo de atribución más adaptativo. Os dejo en documentos de interés las viñetas en un PDF para que lo descarguéis.
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